El cerezo que no comemos, pero nos alimenta.
El periodo Edo en Japón (1603-1868) fue conocido como Era de
la paz ininterrumpida, es en esos momentos en los que uno se dedica a cosas
como hibridar sin temer que le ataquen al día siguiente. Se podría decir que la
paz y innovación van paralelas. También nuestra relación con las plantas se vio
alterada en aquel lugar y momento. Y no hablo de las que nos comemos.
Existe un cerezo (Prunus oshimo) abundante en el Monte
Yoshino, que en Japón les llena la mirada de gozo, florece abundantemente antes
de las hojas y solo se ve una cascada de color floral. Bien, pues eso les
inspiró, y cuando en esa era de paz se pusieron a hibridar con ese árbol, uno
de los resultados fue el Prunus serrulata “Kanzan” que poseía una mutación
floral que hacía sus flores más llenas de pétalos, y de color rosa intenso.
Cuando se abrieron las fronteras de Japón para los europeos,
fue de los primeros cerezos en llegar a Europa a principios del S-XIX y ya
nunca nos pudimos separar de él.
Ha conquistado nuestra sociedad, junto al árbol del amor (Cercis
siliquastrum) y la Lluvia de oro (Laburnum x watererii) es posiblemente el más
bello en primavera, es normal que se inunden los parques con él.
Pero perdió algo en esa mutación, la fruta, y a nadie le
importó. Es tal la belleza que exhibe que en esos momentos los humanos comprendemos
que no todo es llenar la tripa, también hay que llenar el espíritu. Por eso
nunca faltarán cerezos sin fruto en nuestros jardines, necesitamos explosiones
de flor aunque no seamos abejas. Hacen que nuestro mundo se parezca a un Paraíso,
tal vez perdimos el original, pero todavía podemos crear uno nuevo entre todos.
Simplemente plantando árboles, y si son tan bellos como este, mejor.
El otro día visité Madrid, junto a una rotonda de tráfico,
en una localización nada bucólica, encontré este maravilloso Prunus serrulata “Kanzan”
indiferente al mundo vertiginoso de su alrededor. Él es un árbol nacido en
periodo de paz, se toma las cosas con calma y se esfuerza cada año con su
floración de que no olvidemos pararnos unos segundos, respirar, y alimentar el
espíritu. Y creo que lo consigue.
De hecho, la palabra “Kanzan” hace referencia a una montaña
célebre de Japón famosa por sus templos de rezo y meditación.
Hoy es el día del libro, del kanzan no hablé en mi libro “La
biblioteca olvidada de las plantas” pero si de otro cerezo de flor muy célebre
que los japoneses perdieron y recuperaron de forma realmente milagrosa gracias
a un sr inglés al que después de aquello fue conocido como Sr Cerezo. Os dejo asombrosa
historia en comentarios. Y de paso el enlace al libro donde recojo decenas de
historias curiosas como esta.
Feliz día del libro.
Es un árbol precioso. Gracias
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